Cementerio Nuestra Señora de la Almudena (Madrid)
El cementerio de la Almudena, uno de los más grandes de Europa, es un ejemplo claro de monumentalidad y riqueza paisajística.
Fue inaugurado en el siglo XIX con cierta urgencia, a raíz de una epidemia de cólera que se extendió por toda Europa. Los arquitectos Arbós y Urieste habían diseñado una necrópolis en el este de la ciudad, para sustituir a otros recintos que estaban clausurándose. El principal motivo: las medidas oficiales de sacar los enterramientos del centro de la villa como por el crecimiento demográfico y la construcción de los nuevos barrios del Ensanche.
La primera inhumación fue la del pequeño Pedro Regalado, el 15 de junio de 1884 y casi coincidiendo con la de ese año se cerraron siete de los once camposantos de Madrid. Se mantuvieron las sacramentales de San Isidro, San Justo, Santa María y San Lorenzo.
Cementerio de las Epidemias
El cementerio de las epidemias estaba formado por una parte católica, que se puso bajo la advocación de la patrona de la villa, la Almudena, y otra parte de carácter civil, al otro lado de la antigua carretera de Vicálvaro. En dicha ubicación se inhumaban las sepulturas de quienes no querían o no podían descansar en tierra bendecida por la iglesia católica.
El nombre caló entre paisanos y autoridades, y la se denominó finalmente Cementerio de Nuestra Señora de la Almudena.
La primera fase de la Almudena ocupaba 250.000 m2, siendo las unidades de enterramiento sepulturas, panteones, criptas y mausoleos. Esta fase contenía también el Cementerio Civil, donde fue enterrada Maravilla Leal González ese mismo mes de junio. Supuestamente, esta joven se suicidó y por esa razón se denegó su descanso en la parte católica. Esta parcela fue el reducto de la heterodoxia española, del inconformismo, de los reivindicadores obreros.
La segunda fase se inauguró el 18 de julio de 1925, con una extensión de 475.000 m2. En esta zona hay un componente histórico relevante por sus edificios, la simetría de construcción de las secciones de nichos y grupos de sepulturas, panteones, etc. Ese año se dio por inaugurada oficialmente toda la necrópolis, que hubo de ser ampliada en años posteriores. En 1959 se añadieron 357 000 metros cuadrados más y se dotó al cementerio de un horno crematorio realizado por Pedro Domínguez Ayerdi.
Personajes ilustres
Con sus más de 130 años encima, la Almudena, es más que una necrópolis urbana. Es casi una ciudad en la que los madrileños honran a sus antepasados, un paraje con árboles, jardines, esculturas, mausoleos, largos paseos por los que circulan los deudos de los difuntos con sus ramos de flores y algún que otro turista interesado en conocer el arte funerario de Madrid, visitar la tumba de alguno de sus muertos ilustres o admirar los monumentos colectivos erigidos en distintas épocas de su historia.
En la Almudena descansan el científico y Premio Nobel Santiago Ramón y Cajal, el alcalde de Madrid Enrique Tierno Galván, los escritores Benito Pérez Galdós, Pío Baroja, Vicente Aleixandre, Juan Carlos Onetti y Dámaso Alonso, el fotógrafo Jean Laurent, el urbanista Arturo Soria, cantantes, políticos, periodistas, deportistas, bailarines, actores y actrices, humoristas, etc.
Gestión del Cementerio
El Ayuntamiento de Madrid recuperó en septiembre de 2016 la gestión total de la Almudena, así como la de los otros 12 cementerios municipales, dos crematorios dos tanatorios, que durante 25 años había gestionado una empresa mixta, en la que el consistorio sólo poseía el 51 por ciento de la titularidad. creando Para ello, el ayuntamiento de Madrid ha creado la Empresa Municipal de Servicios Funerarios y Cementerios de Madrid, S.A., de titularidad 100% municipal y gestión directa.